Capítulo V. La primera confesión


Conector sabía que su código no podía basarse solamente en su locura, que debía apoyarse en otros elementos para llegar a crear un espacio de confidencialidad; de lo contrario, sólo podía arriesgarse a contar el secreto sin seguridad. Eso podía funcionar con algunos de sus conocidos, pero no con todos. Pensó todas las posibilidades: bajar a coronas inferiores y buscar otros seres más perjudicados por el sistema de coronas o abordar a alguien agraviado y convencerlo para que se vengara, pero ninguna opción le parecía interesante, empezaba a verse atrapado.

Finalmente se decidió a revelar el secreto con cautela y el único que parecía comprensivo con las representaciones era Rapaz. Conector ejecutó un plan elaborado minuciosamente para ganarse la confianza de Rapaz y Disperso. Les engañó diciéndoles que quería trabajar de transportista. Al principio, Rapaz y Disperso no lo creyeron, puesto que Conector parecía tener capacidades de negociación más que de transporte, pero no le pusieron muchas pegas y lo incorporaron al grupo de transportistas de su corona. No le fue difícil incorporarse al empleo, pero no imaginaba lo complicado que sería aquel trabajo, puesto que requería una gran habilidad para posicionar las mercancías en los vagones de transporte, que debían ser perceptibles, todas ellas, a los guardianes.

De vez en cuando, Conector volvía a repetir sus formas básicas, aunque afinando más en la ejecución, mostrándola más familiar o adaptada al lenguaje de estos seres. Estaba arriesgándose demasiado, pero sólo con Rapaz, Disperso y otros amigos afines. Disperso y los demás ya habían asumido esa locura y se la justificaban a sí mismos como contrapartida a alguna otra habilidad que debía ocultar. No tardó mucho Rapaz en interrogarle al respecto:
– Amigo, ¿algún día me vas a explicar cuál es tu secreto, cuál es esa habilidad que escondes? Sé que tu matriz es manipulador... -Rapaz conocía por referencia a la matria (materia prima), al progenitor de Conector y también conocía su reputación como manipulador, por lo que creía que Conector escondía algo; no se imaginaba, sin embargo, el verdadero secreto de Conector.
– ¿Cómo? ¿A qué te refieres? -le espetó Conector con suma prudencia.
– Ya sabes a qué me refiero, vamos, explícamelo -ni de lejos imaginaba Rapaz cuál era la habilidad con la que contaba Conector.
– Si no lo sospecharas, no me lo preguntarías -se inquietó Conector, sorprendido por la tranquilidad que mostraba Rapaz ante el alto riesgo que, sin saberlo, corría al hacer esas preguntas.
– Bueno, es algo más que una sospecha, es una certeza indefinida -en ese momento Rapaz imitó las locuras de Conector, como para ganarse su confianza.
– Debes asegurarme –contestó Conector- que no me arrojarás hacia abajo si te lo digo -Rapaz ya desconfiaba.
– Te lo aseguro, tienes mi compromiso -aseveró Rapaz, perdiendo la desconfianza.
– Te explicaré: un día estaba yo con unos amigos de mi corona vecina inferior...- y Conector le explicó toda la historia, de principio a fin.
– Pero Conector, ¿cómo puedes vivir tranquilo con ese secreto tan asombroso? -a Rapaz se le salía la energía del cuerpo; le produjo tanta angustia conocer el secreto de Conector, que estaba enloqueciendo por instantes.
– Tranquilízate, de momento sólo lo conocemos tú y yo, nada puede sucedernos -le aseguraba Conector.
– Ahora entiendo tus formas básicas, lo que tú quieres es que rompamos las coronas, ¡estás loco, serás expulsado!
– No estoy loco, no estoy loco -Conector no sabía qué decirle, puesto que tampoco sabía nada sobre las consecuencias de su descubrimiento.
– Supongo que querrás olvidarlo -conjuraba Rapaz.
– Pues no, lo que quiero es ir al centro absoluto, ¿o acaso no es eso lo que queremos todos?
– Bueno ... sin duda todo el mundo lo desea pero es más una fantasía que un propósito.

Para el resto de seres, era difícil incluso imaginar que traspasar coronas libremente fuera posible, puesto que si alguna vez traspasaban fronteras enojados no eran conscientes de la alienación que provocaban, ni cuando eran los indignados ni cuando debían ceder el paso a los demás.

– Imagina, si pudiéramos llegar al centro y quedarnos ahí, ¿no sería maravilloso?
– No seas iluso, si llegaras al centro te expulsarían tan fuerte que atravesarías el planeta al instante ... y a nosotros nos lloverían tantas dosis de sustancia exogenada que podríamos almacenarla por siempre jamás -se decidió a bromear Rapaz.

Rapaz quedó tan impresionado como inquieto y temeroso. Durante las jornadas siguientes, la relación entre ambos fue un tanto extraña, hasta el punto que Disperso se extrañó y empezó a insistir. El uno como el otro disimularon todo el tiempo que pudieron pero sabían que Disperso asociaría esa actitud a las “locuras” de Conector. Finalmente, Rapaz le explicó el sentido de la “locura” a Disperso, que tardó varias jornadas en reaccionar. Disperso no quiso participar del proyecto, pero conocía a otro transportista que seguramente querría enfrascarse en esa locura, un ser raro al que se referían como Áspero.

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